Por: Juan Esteban Uribe, estudiante de Derecho y opción en Gestión en la Universidad de Los Andes.

A lo largo de los últimos años el continente americano ha sido testigo de una tendencia generalizada hacia la instauración de gobiernos de izquierda y centroizquierda. Chile, Colombia y Argentina son algunos ejemplos de países que han elegido popularmente a presidentes de ideales progresistas. Por su parte, naciones más poderosas como Estados Unidos y Canadá han elegido a mandatarios de gran talante demócrata. Aunque la posición política de los gobiernos de estos países puede llegar a ser debatible en cuanto a si son de izquierda, centroizquierda o de centro, un hecho innegable es que, en términos generales, todos ellos se han distanciado de la derecha política. No obstante, a pesar de esta marcada tendencia, dos figuras controversiales han surgido (o resurgido quizás), reanimando los tejidos de lo que parece ser una derecha olvidada en gran parte de América. Se trata de Javier Milei, quien recientemente pasó a las comicios de segunda vuelta en Argentina, y Donald Trump, candidato favorito a ganar las elecciones presidenciales en Estados Unidos. El propósito del presente artículo es brindar mi perspectiva personal acerca de los aspectos que han hecho tan populares a estos candidatos, así como una mención a algunas de sus propuestas. Por último, aportaré una crítica hacia ciertos elementos de ambos que considero negativos.

En las últimas semanas, el fenómeno Trump y Milei ha cobrado gran relevancia coyuntural. Esto se debe a que las entrevistas que ambos dieron al periodista estadounidense Tucker Carlson se convirtieron en dos de las publicaciones con mayor número de vistas en la historia de la red social X. ¿Qué los ha hecho tan populares? Estimo que ambos comparten similitudes fundamentales. Los dos se caracterizan por ser personajes sin filtro, que se expresan y actúan alejados de la falsa diplomacia y cortesía de los políticos de siempre. Además, los votantes los ven como dos figuras ajenas al macabro establecimiento político tradicional, pues durante toda su vida y hasta antes de ser presidente, Trump fue reconocido por ser un magnate inmobiliario y miembro de un reality de televisión. A su vez, Milei tan solo ha ocupado el cargo político de diputado por la ciudad de Buenos Aires desde el 2021. Los dos se muestran auténticos y no les importa ir en contravía de los fenómenos sociales de la actualidad, pues han sido grandes opositores del movimiento woke, del aborto y en general de los políticos de izquierda y centroizquierda que no han tenido buenos mandatos en Estados Unidos y Argentina. 

Por un lado, Milei ha llevado a cabo una estrategia política muy inteligente, pues se ha enfocado en usar un lenguaje coloquial y una amplia presencia en redes sociales con el objetivo de adherir a su proyecto político a un electorado joven. Su eslogan principal, “Viva la libertad, carajo”, ha sido una frase pegajosa que se ha instaurado en la mente de millones de argentinos y latinoamericanos. Milei representa a un liberal libertario de fuertes convicciones de derecha, que ha logrado establecer un contacto importante con electores de todas las clases sociales de Argentina. Una de sus principales propuestas es convertir al país en el Estado más austero de Latinoamérica, a través de una drástica reducción del aparato estatal. Considero que esta iniciativa es muy acertada, dado que los Estados latinoamericanos se han convertido en un montón de masas burocráticas de magnitudes impensables, lo cual constituye un terreno fértil para la corrupción y el derroche de recursos públicos. Al hacer esto, podrá reducir de igual manera la carga tributaria de las personas y las empresas, lo cual potenciará la inversión privada, aliviando una economía argentina devastada por la hiperinflación y la falta de desarrollo. 

Sin duda alguna Milei tiene propuestas muy interesantes que prometen remediar la grave crisis económica que ha sufrido Argentina desde hace varios años. Sin embargo, este candidato también se encuentra librando una batalla ideológica y cultural contra el progresismo, el movimiento proaborto, lo que él llama los “zurdos”, e incluso el Papa Francisco. Si bien me parece correcto criticar argumentativamente ideologías políticas contrarias, pienso que Milei lo lleva al extremo, lo cual es uno de sus puntos negativos. Al analizar su entrevista con Tucker Carlson, es evidente que se concentra demasiado en atacar a lo que él denomina los comunistas y socialistas. Inclusive, hace un llamado a Trump para que continúe su lucha contra el socialismo. Bajo mi concepto, al enfocarse tanto en atacar personalmente a estos grupos políticos, Milei le resta protagonismo a sus propuestas y las opaca. En suma, pienso que este candidato tiene iniciativas muy interesantes, por lo cual no considero que tenga la necesidad de enfocarse tanto en atacar a los progresistas y alejarse de la objetividad de lo que propone. 

Por otro lado, opino que Trump demostró grandes fortalezas en sus cuatro años de mandato. En cuanto a esto puedo resaltar dos elementos fundamentales. El primero es su gestión de la economía estadounidense hasta antes de la pandemia, pues se encargó de fortalecer el sector empresarial e industrial del país, lo cual generó grandes cantidades de empleo y crecimiento económico. El segundo es su manejo de las relaciones diplomáticas, pues como afirmó en su entrevista con Tucker Carlson, hizo que mandatarios extremadamente complicados como Putin y Kim Jong Un lo respetaran y mantuvieran relaciones cordiales con su país, sobre lo cual me encuentro de acuerdo. Sin embargo, su manejo de la pandemia fue pésimo, y mostró ser un presidente obstinado que muchas veces fundaba sus argumentos sobre datos falsos y mentiras. De igual manera, sus constantes escándalos lo condujeron a dos juicios políticos. Además, pienso que tiene la misma debilidad de Milei, puesto que durante su gobierno se centró demasiado en atacar a los demócratas, a la prensa y a los partidarios del movimiento woke, en vez de resaltar las fortalezas de su administración. Para las elecciones del año entrante, Trump promete contrarrestar la grave crisis migratoria que está sufriendo Estados Unidos, además de aliviar la inflación y el estancamiento económico que ha caracterizado al mandato de Joe Biden, lo cual son dos de los problemas más urgentes que debe solucionar el país norteamericano bajo mi concepto. 

A grandes rasgos, Trump y Milei se perfilan como dos candidatos de gran fortaleza política que prometen solucionar las graves crisis que han dejado los gobiernos de centroizquierda de sus respectivos países. Son ampliamente admirados y seguidos por sus expresiones sin filtro,  por su autenticidad y por ser personajes alejados de la casta política tradicional. Considero que los dos son bastiones de la derecha política del continente, la cual se ha visto derrotada abismalmente en casi todos los países que lo componen. De remediar los puntos débiles que resalto en el presente artículo, ambos podrán llegar a ser grandes mandatarios que alejen a los electores de la tendencia progresista de izquierda que se ha tomado a América. Solo el tiempo dirá si son capaces de lograr tal hazaña.